jueves, 24 de diciembre de 2009

Día 8

Pues nada; que me voy de Italia y que tengo el corazón roto.
Nunca tomé café como los italianos: de pie y en lo que en México se conoce como ‘de entrada por salida’. Pero sí conocí a las mujeres ‘nice’ (abrigo de Mink y bolsita Louis Vuitton en mano) que recorren la ciudad en bicicleta, me impresioné por las habilidades de los italianos para manejar por los callejones (sin atropellar a nadie, desesperarse o raspar sus coches) y probé el mejor spaghetti al pomodoro que podría imaginar.
Hoy me despedí del Palazzo Vecchio, me compré uno de los cantos del Inferno de Dante y fui por una última comida a la que para mi es la mejor Trattoria de Florencia.
Ahora, a tomar un avión para Amsterdam.
Mientras llega la cuenta, me pongo espantosamente cursi y me digo: Siempre me quedará Italia.

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