lunes, 12 de abril de 2010

Visita al supermercado

Acabo de ir al supermercado. O mejor aún: acabo de ir al supermercado en condición de pseudoindependiente. Es decir, en condición de tacaña, inexperta e impráctica. Una visita al mismo establecimiento, acompañada de papá y mamá, es la llegada al paraíso: jamón serrano, paquetes de refresco de dieta, helados multisabores, diferentes desodorantes para el cuarto y veintisiete productos-de-belleza están garantizados. Y todo por un esfuerzo equivalente a cero.
Como aprendiz de comprador de productos de necesidad básica, el fracaso está casi asegurado. El tembloroso espécimen camina por los pasillos intentando concentrarse; pretendiendo comprar ‘sólo lo necesario’. Ve los precios de cada cosa que toma y lo devuelve al entristecido estante cuando lo considera una locura.

Quince minutos después (y no una hora como en los tiempos en que el gran dios padre proveía cuanta estupidez se le ocurría a su princesita), el novel adquiriente espera en una fila donde observa que todo el mundo paga con tarjeta de crédito.
–Yo nunca pagaré con tarjeta. Sólo cuando no tenga dinero. (JA-JA-JA)

Luego sale con sus pequeñas compras mal acomodadas en tres diminutas bolsas de plástico. Sólo adquirió 'lo básico': kiwi, fresas, peras, atún, crema para el cabello, crema para el cuerpo y curitas. Y, aunque su progenitora se daría un balazo por la pésima administración de su infante (y la patética organización de sus necesidades y prioridades), el pseudoindependiente levanta la cabeza en señal de victoria y se aleja de la tienda con una sonrisa triunfante.

3 comentarios:

  1. ¿Curitas?....=/...

    Saludos

    Oxscar

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  2. Ja ja ja ja....nunca lo hubiera pensado..=)

    Tal vez si vas los miercoles de plaza...=)

    Saludos

    Oxscar

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