miércoles, 17 de febrero de 2010

Becoming one of "The People"

Y así se me tiñó la sangre de azul; cuando me inyectaste aquel canto en las venas. Entonces estaba el gran árbol, todo adornado de blanco y resplandeciente a tu lado. Llevabas el cabello trenzado, perfectamente acomodado por encima de la espalda descubierta. Me enamoré de tu cintura, de los senos ligeramente ocultos bajo el color del pergamino y las serenas piernas con las que huías de mi.
Luego salimos a correr, a toda velocidad, sobre elevados troncos cubiertos de musgo y saltando entre las ramas mientras un soplo divino me ayudaba a mantener el equilibrio. Así me enseñaste a volar. Nos unimos en sangre, en voz, en los ojos que me sonreían complacientes con cada torpeza que cometía. Pero el viento seguía silbando, exigiendo que brincara, al vacío, a ti. Preparé el vuelo, con el coro y los tambores flotando a mis espaldas, incitándome al salto. Y en el fondo estabas tú. Me esperaba el pájaro rojizo, tan inmenso como el monte en que aguardaba. Por eso salté.
En la noche me llevaste bajo el gran árbol. Sus alargadas hojas caían como lágrimas y me recostaste en la hierba. Nos miramos. Luego nos convertimos en lo que somos ahora: en iguales; ambos con el torrente sanguíneo similar a un zafiro.

Y a ti que lees esto y sabes de qué hablo: gracias por la música.

-Música: Avatar, cortesía de James Horner

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