miércoles, 26 de agosto de 2009

Crónica de una atleta solitaria

En el mundo de los gimnasios, todos son amigos de todos. Los asistentes se saludan de beso, se hacen bromas entre instructores e instruidos, se pasan el teléfono, las parejas se ponen de acuerdo para verse en fines de semana y mujeres esculturales les pasan tips a las desafortunadas gorditas que piensan que, para su mal, existe un remedio alterno a, simplemente, dejar de comer. Yo, en contraste, me caracterizo por preferir ejercitarme en soledad.
Desde hace aproximadamente un mes, le retiré al spinning la exclusividad de mis mañanas y decidí alternar algunos días con pesas y otros aparatos que numerosos miembros utilizan diariamente con envidiable entusiasmo. En medio de este nuevo intento por 'lucir bien', los instructores intentan platicar conmigo y hacerme chistes. Yo, aún a costa de mi voluntad, respondo con actitud de araña y me dedico únicamente a cumplir con mis rutinas. Y si, aunque sea por equivocación, siento que ‘me echan porras’ con una palmadita en la cintura, ya me dan ganas de salir corriendo y esconderme debajo de una mesa.
Hoy intenté dejar mi actitud de ente antisocial y acepté el saludo –de beso, evidentemente– que el maestro del spinning me dirigió y disfruté mis carcajadas cuando el loco se puso a bailar a media clase. ‘Eché el chisme’ con una compañera sobre un instructor que se cree parido por Zeus y sonreí a todo el mundo antes de irme a mi casa. Y no, no estuvo tan mal. Mañana lo intentaré de nuevo.

2 comentarios:

  1. Descubriste el aliviane, ta bien, digo, hay mucha gente a la que más vale correrle, pero aún sin la necesidad de formar lazos, un poco de compañerismo nunca esta de más, diviertete :D

    ResponderEliminar
  2. Sí, y reír siempre es excelente. En especial para mi. Me río de todo.

    ResponderEliminar