domingo, 23 de agosto de 2009

Delirio

Estoy a bordo de una camioneta blanca. Un hombre alto y delgado, de cabello entrecano y perfectamente vestido, conduce. A su lado, una mujer de lentes, que me sonríe cuando me mira, le acompaña. Están felices.
En la parte de atrás del auto va el resto de la familia. Está C.E., con la ropa oscura de siempre y también estamos nosotros. Tu y yo vamos tomados de la mano.
Como todos los domingos, estamos juntos y comemos donde se puede. Algunas veces nos robamos galletas mientras esperamos un plato de espaguetti en salsa roja y bocadillos de papa. Pero también hay días como hoy, en que buscamos algún lugar en la calle porque, como dice aquel del cabello entrecano, hay muchas ganas de salir a comer.

Todo eso pienso mientras camino hacia mi casa. Que no quiero irme y cerrar la puerta, subir hasta el cuarto y empezar a escribir que desearía estar ahí, en la camioneta blanca y formando parte de una vida que no tengo, en vez de mirar el reloj y sentir lentamente como pasan las horas.

1 comentario:

  1. Yo también he mirado lentamente cómo pasan las horas. He dejado que el mundo siga girando sin mí. Esperando. A que las cosas cambien. A que cada pieza de mi vida caiga en un lugar seguro, carente de riesgo. Y en efecto, el mundo ha girado sin mí más veces de las que quiero contar. Ahora que veo todas las horas que he dejado atrás, me molesto conmigo mismo porque cada una de esas horas de espera era una hora de vida, con sus penas y sus glorias, que por temor a perder, dejé de vivir.

    En un domingo como el tuyo, disfruté de uno de los últimos domingos de mi madre. Le hice cosquillas en la panza a mi perrita, que ya se sienta y echa con dificultad, pero que sigue siendo todo amor. Le di a mi padre otra razón para preocuparse. Hice reír por primera vez a un bebé que no quiere verme ni en pintura y vi por unos instantes fugaces a una persona cuya simple sonrisa calienta mi corazón. Hoy reclamé mis horas de vida y, con sus penas y sus glorias, resultó ser un buen día.

    No dejes escapar tú tus horas.

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