sábado, 22 de enero de 2011

XIII.

Ella está en la cama. Lee escondida bajo las cobijas mientras tú manejas hacia el departamento al que se acaban de mudar. Cuando escucha la puerta, apaga la luz del buró, deja caer el libro de 750 páginas al suelo y se hace la dormida. Para no despertarla, prefieres caminar en la oscuridad y tropezar con las cajas –aún sin abrir y acomodar– que están mal repartidas a lo largo y ancho de la sala. Entras al cuarto sin hacer ruido. Observas la pijama y los calcetines que ella dejo sobre la colcha. Sonríes. Acomodas la ropa sobre el perchero pero no te quitas el anillo de oro del anular izquierdo. Ya con la pijama, te metes bajo las sábanas y la miras. Vuelves a sonreír. Cuando te das la vuelta para intentar conciliar el sueño, ella te abraza por la espalda. También sonríe. Dice que te extrañó durante las dos horas que estuvo sola en la casa y te besa. Decides que al día siguiente la sorprenderás con el desayuno. Tú también la besas, te gusta cómo se acomoda entre tus brazos y, antes de cerrar los ojos, piensas en cuánto deseas que nunca más haya una noche en que vuelvas a dormir sin ella.

2 comentarios:

  1. Me acabas de recordar a una de mis mejores amigas...ella se acaba de casar. Y me parece que has pintado la felicidad de una manera inmejorable..=)


    Saludos

    Oxscar

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