domingo, 6 de junio de 2010

Rayuela

Ándale, sigue con tu perfecta escritura y rompe mis esquemas y aburridas lecturas. Ahora son viejas y no tengo más ganas de volverlas a tocar. Búrlate de mi inexperiencia, del limitado vocabulario y de las tantísimas referencias que jamás comprenderé. Continúa presumiéndome la impecable prosa que emana de una línea a otra; excelso fluido de tus insensatas imágenes, abrazante torrente de irrealidades tan tuyas pero que ahora comienzo a considerar mías. Recuérdame París, hazme extrañar los puentes, imaginarlos riendo como locos empapados bajo la lluvia y antojarme las calles a las que volveré muy pronto.
Pasado el extrañamiento del setenta y tres, me llevaste a devorar el capítulo uno y ahora seguiré con el dos. El tablero de dirección me dice que luego habré de continuar con el ciento dieciséis. Pasada la extrañeza, me concentraré en el deleite de tu lectura; paradisiaca, hilarante, que me provoca tantas ganas de seguir y desordenar las páginas pautadas por los desconocidos caracteres que, sin embargo, muy pronto me harán volver a escribir.

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