Hubieras visto la tela blanca; la perfecta caída de los delicados holanes que escurrían desde la cintura y hasta la alfombra clara. La espalda descubierta, los hombros relucientes y la mirada ansiosa por reflejarse en ti. Un par de pupilas dilatadas, tu sonrisa imaginaria al otro lado de un pasillo sagrado y la niña de cabello negro caminando a tu lado.
No te quedará más que la dulce sospecha de la imagen que ahora desconoces. De rebasar lo onírico, te propondría servir Chianti o Beaujolais, que aparezca el taciturno violonchelo y acompañe a los violines que erigirán nuestro deleite.
El inquieto anhelo de que me extiendas la mano, un único piano que nos hable de Italia y ser el objeto de tantas miradas. Sentirías, por fin, el tejido níveo por debajo de los dedos; hermosos lienzos blanquecinos que apenas rozan la madera bajo las pisadas. Me mirarías cierta y sin miedo; desde ese día y para siempre.
Diez meses... ¿Y si fuera verdad?
-Música: Playing Love, cortesía de Ennio Morricone
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