miércoles, 15 de julio de 2009

Crónica de un fracaso anunciado

Algunas veces, pareciera que la 'era del ser humano' es parte del pasado. Actualmente, las grandes oficinas cuentan únicamente con máquinas (¿conmutadores?) que responden de forma automática y prometen resolverte la vida mediante P-R-Á-C-T-I-C-O-S menús que te ‘dirigen’ al destino deseado. Desafotunadamente, las nuevas tecnologías me rebasan y me declaro incapaz de, si quiera, comprar un boleto de avión sin una ‘señorita’ que me responda –en tiempo real– al otro lado de la línea.
Paso 1
–¡Bienvenido a Mexicana! Nuestro menú ha cambiado. Le rogamos permanecer en la línea y escuchar atentamente.
(escucho pacientemente esperando encontrar la opción deseada)
–Si desea información sobre vuelos y reservas, marque uno.
(evidentemente, marco uno)
–Si desea consultar precios o realizar una compra, marque dos.
(claro, marco dos)
–Mexicana está realizando algunas modificaciones que provocan modificaciones (no es mi mala memoria: la ‘mujer’ repite esas palabras en una misma oración) en nuestros servicios. Le rogamos ser paciente y permanecer en la línea.
(quince minutos después –SÍ, QUINCE–, me doy por vencida y cuelgo)

Negándome a declarar la derrota, marco al día siguiente y obtengo los mismos resultados. Nuevamente, haciendo gala de mi terquedad, lo intento durante los siguientes tres o cuatro días sin correr con suerte.
Finalmente, en una mañana en que decido comprar el dichoso boleto por Internet, mi amiga del trabajo se acerca a preguntarme:

–¿Y qué pasó con tu boleto?
–No sirve el teléfono, yo creo que lo voy a reservar por Internet.

Convencida de que soy mejor compradora a través de la red, reservo mi boleto aún consciente de que sólo tengo un día para pagarlo. Hoy en la mañana, visito la página de la mentada aerolínea y sufro un doloroso fracaso al intentar consultar las formas de pago de mi reservación: el sistema no me 'deja' entrar. Cuando consulto mi correo electrónico, para checar la confirmación de la reservación, descubro horrorizada que mi hora límite de pago eran las once de la mañana. Angustiada, levanto la mirada y observo que el reloj de la computadora dice que son las once cincuenta. Fúrica, me dijo a mi misma que, si una ‘señorita’ me hubiera arreglado todo por teléfono, ya tendría mi boleto asegurado.

2 comentarios:

  1. ¿Pero has notado cómo la opción 9: "si desea hablar con una persona de carne y hueso" ya no está disponible en ninguno de estos sistemas? Propongo la idea de que una revista aventada visite a los directores generales de Mexicana, Banamex y especialmente Cinemex y les haga usar sus sistemas frente a una cámara escondida...

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