domingo, 9 de octubre de 2011

Armadura

Escucha la voz marchita con cada ojeada que destina al espejo. ¿A quién pertenece la imagen reflejada? A otra que ya no existe. Enfrenta las arrugas a cada lado de los ojos, bajorrelieves tallados sobre la superficie morena y mal cubierta con polvo translúcido. Apenas mueve los labios, no logra que formen una curvatura para emular una sonrisa; sufre. Contempla su anatomía falseada y, aunque por instantes se siente complacida con ella, también extraña la silueta que fue distorsionada.
Ellos no la notan ‘como antes’. Se divierten platicando con la chica sin maquillaje, sin inyecciones semanales de botox en la frente y sin protuberancias que alimenten sus fantasías. Le ‘conceden’ su atención porque no pasa de los 25. A ella, en cambio –sombra que se aferra a la triste belleza que se le escapa– han dejado de mirarla. Dejó que los fantasmas la hicieran temer el transcurrir del tiempo y quiso borrar las huellas de su cuerpo. Se observa y se desprecia; se transforma en una más de las figuras que vuelcan sus años presentes en la búsqueda de lo irremediablemente perdido. Infortunada efigie de la melancolía, siempre deseante de lo que ya no volverá y sin embargo destinada a continuar presa de una armadura que envejece y algún día morirá.

3 comentarios:

  1. Lo bueno es que uno puede mantener joven el espiritú.....=)



    Saludos Redactora

    Oxscar

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  2. Ah pero el dolor por la pérdida de la belleza física femenina es terrible :S
    Saludos, Oxscar :)

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  3. Ja ja ja.... Quiza si renuncias a la vanidad sea mas facil....=)

    Saludos

    Oxscar

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