martes, 7 de junio de 2011

El duende verde

Le dije a mi mamá que, en la alacena que está encima del refrigerador, vive un duendecillo verde. Lo imagino chaparrito, con la cabeza medio aplastada y un sombrero –estilo arlequín– sobre la cabezota (sí, está medio deforme pero eso no le quita lo simpático). Evidentemente no me creyó. El tema salió a colación porque nos compartió su esperanza de que –cuando ella ‘ya no esté’– mi hermana y yo trasladaremos el 100% de los objetos existentes en nuestra casa actual a nuestra casa futura. Mi hermana parecía muy sonriente y optimista. Yo... no tanto... La verdad es que completar esa tarea sería peor que robarle el anillo a Gollum e intentar escapar por toda la eternidad del ojo de fuego del Señor Oscuro.
–Ma, pero nosotras ya vamos a tener nuestra propia casa, con nuestras propias cosas.
–Pero todo esto es para ustedes ¿qué vas a hacer con todo lo que hemos comprado? ¿vas a tirar los platos, por ejemplo? (haciendo referencia a los souvenirs que han ido adornando las paredes desde hace años y que he traído de uno que otro viajecillo).
–Bueno, los platos no, pero porque son mis recuerdos.
–Ah, ¿ya ves? ¿entonces? ¿todo lo demás sí lo vas a tirar a la basura?
–No, ma, pero es que ¡hay muchas cosas que ya no sirven! Mira en el mueble de la cantina ¿qué hay ahí abajo, por ejemplo?
–Pues botellas.
–¡Están ahí desde hace años! ¿Por qué no las tiras?
–Son de tu papá.
–¿Ya ves? Seguro ni sabes todo lo que tienes guardado en la casa. Por ejemplo ¿qué hay arriba de la alacena del refrigerador?
–Pues vajillas.
–No, ahí no hay vajillas. Ésas están en la otra alacena.
–¿Ah sí? Ah, pues cosas.
–¿Cosas?
–Sí, cosas.
–¿Qué cosas?
–Pues cosas de mi cocina.
–Ahí vive un duende verde, mamá. Con su sombrerito verde, su familia verde y en medio de telarañas verdes.

Mi hermana se rió; mi mamá también. A mí no me dio risa pensar que existía la posibilidad de llevarme a una diminuta familia verde a mi casa del futuro. Llevo años sin abrir esas dos puertas a las que es imposible acceder sin ayuda de un banquito. Estoy convencida de que mi madre también lleva años sin saber qué rayos es lo que, alguna vez, guardó ahí. Hoy en la noche develaré el misterio pero podría asegurar que ayer, que bajé medio dormida a servirme un poco de agua, vi en el suelo unas pisaditas verdes que marcaban un caminito con destino a la alacena que está encima del refrigerador.

1 comentario:

  1. Me parece que si hay que si te llevarias a tu futura casa seria el banquito para llegar a esos estantes inalcanzables...=)

    Así con la gente alta....ja ja ja ja

    Saludos

    Oxscar

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