viernes, 17 de diciembre de 2010

Sobre el café

Te pusiste a llorar en esa primera tarde en que le leíste el cuento del café.

“Quieres hablar. Quieres decir que juntos habéis tomado muchos cafés con sabor a olvido, con sabor a desprecio, con sabor a odio amable y monótono. Quieres decir que esta es la primera vez que el café tiene este desesperante sabor a fracaso. Pero no logras articular ni una palabra”.


Lo miraste con los ojos llorosos. Te abrazó con tristeza. Lo entendió.
¿Y el amor? Lo valía todo. Su carencia de pasiones y tu histeria por su exceso de trabajo. Los chistes con que te hacía reír en las mañanas después de pelear hasta la madrugada y las velas con las que adornabas la casa cuando le cocinabas en una noche de aniversario. Su falta de expresividad y tu manera de colgarle el teléfono. La carta con papeles multicolores que recortó toda una noche para regalarte un detalle y la canción que les tarareabas cuando le querías decir ‘te amo’.
Probaron más cafés. Durante años se negaron a aceptar ‘el sabor a fracaso’.

Te pusiste a llorar en esa tarde en que se tomaron la mano, cuando en la puerta te acarició el cabello y te propusiste jamás olvidar esa sonrisa que tanto amaste.
Luego, meses después, pensaste en los cafés que nunca bebieron. Faltó uno para sanar juntos, para seguir creyendo y para crecer. Pensaste también en los cafés con sabor a entrega, a dulce alegría matinal y al inmenso deseo que sentía por ti. Pensaste en los cafés que ahora beben solos. Algunos con sabor a libertad y ansiada renovación. Otros, en noches como esta en que vuelven a escucharse, a suave melancolía y a la velada nostalgia por lo que ya no está.

2 comentarios:

  1. Este ha sido un año muy entrenido leyendo tus post...

    ¿De nuevo con el cafe?...Creo que ya es tiempo de invitarte uno...ja ja ja ja

    Saludos


    Oxscar

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