sábado, 22 de mayo de 2010

Marriage bath

Ella se llamará Valentina.
¿Puedes verla? Corriendo por todo el departamento por haberse adjudicado un juguete que Anna está indispuesta a compartir. Yo gritando que cuidado y que se pueden tropezar. Tú, de intermediario como siempre, entre una y otra para intentar dialogar con ellas. Para cuando llegue hasta el cuadrilátero, la hermana mayor correrá hacia mi para acusar a los responsables de su próximo llanto.
Valentina se quedará contigo. La cargarás hasta que su cabeza llegue hasta tu hombro izquierdo y le besarás el cabello suavemente perfumado. Llorará hasta que tus caricias la calmen y se asome un rastro de rubor en las delicadas mejillas.
Ya en la recámara, la sentarás sobre una mesita donde le acomodarás la blusa blanca de cuello de tortuga, adornarás –con un cinturón– el pequeño pantalón de pana color caqui y le amarrarás las agujetas de los tenis rojos que tanto le gustan y le compraste en secreto un día que salieron solos a pasear por ahí.
Cuando salgan del cuarto, Anna y yo ya estaremos esperándolos frente a la puerta. También la llevaré en los brazos. Las maletas aguardarán en el taxi, afuera del edificio, y el San Bernardo agachará la cabeza mirándote con cara de reproche. Mientras me sonríes y me besas para indicarme que crucemos la puerta, Valentina sacará la lengua frente a Anna.

Llegando a Boston, saldremos a caminar por el parque más cercano al One Avenue de Lafayette. Mientras me abrazas y me recargo sobre ti, Valentina tomará la mano de Anna y se alejarán corriendo hacia un grupo de palomas desconfiadas. Reirán tanto o más que nosotros.
Horas después, en el 301 Massachusetts Avenue, nos esperará una mesa sólo para nosotros. Así lo habrás decidido y me harás más feliz que nunca. Mientras llenas dos copas de cristal con un poco de Chianti, daré un par de uvas a Anna y otras dos a Valentina.
Habrán de observarlo con la misma reverencia que nosotros. Él seguirá sonriendo a sus músicos detrás de la barba blanca y con las mangas del impecable esmoquin negro en movimiento mientras eleva las manos por el aire. Valentina aplaudirá emocionada cuando distinga el sonido de un hada que se desplaza, traviesa, al compás de un tintineo de magia y ensoñación. Feliz, le acariciarás el cabello y preguntarás:
–¿Te gusta?
–Sí, papi.

Será la mejor velada de todas. Cuando nos miremos, sonrientes y con los ojos enrojecidos, habrá un único pensamiento entre nosotros: “Jamás habrá una noche más maravillosa que ésta”.

-Música: Marriage Bath, cortesía de Jan A.P. Kaczmarek

4 comentarios:

  1. Lucky guy, whoever you pick to make that story true with...

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  2. Y es por estos rayones y pinceladas de tu subconciente que me doy una vuelta por estos lares... creativo, llena esos pequeños huecos que no siempre atendemos... nice.

    Saludos.

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  3. Imposible vivir sin fantasear...
    Gracias por comentar.
    Saludos!

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