domingo, 8 de noviembre de 2009

¡Fuego!

Es impresionante la facilidad con la que una multitud enloquece cuando alguien grita: ¡Fuego!
De nada sirve pedir calma, informar que las salidas de emergencia están abiertas y que los niños están seguros. De cualquier forma, la gente sale corriendo, ríe nerviosamente y comenta estupideces sobre el humo que escapa de las puertas una vez estando afuera.
Así sucedió hoy en el festival de danza de mi hermana. Mientras unas hermosas princesas levantaban sus manitas –con zapatillas de ballet, tutú y toda la cosa– para bailar al ritmo de El cascanueces, una traviesa llamarada decidió salir a perturbar a todos los presentes. Las luces que iluminaban el escenario estaban por encima de las butacas. Fue ahí donde ocurrió el corto circuito y de donde comenzó a esparcirse el peculiar olor a quemado.
Segundos después, ni rastro de los orgullosos y civilizados padres de familia que antes esperaban a que finalizara el evento para fotografiar a sus muñecas. Mientras se observaban ramos de rosas regados por el suelo, los progenitores antes mencionados subían al escenario para huir con sus primores de aquél d-e-s-a-s-t-r-e.
Para variar, yo me hubiera quedado en mi asiento. Como ya he comentado antes (para hacer referencia a temblores y otros d-e-s-a-s-t-r-e-s), si he de morir, prefiero hacerlo aislada y en mi lugar, a perecer al lado de un grupo de neuróticos desconocidos. Si no hubiera sido porque toda la familia y amigos que asistieron al evento salieron disparados hacia la puerta que estaba a unos metros de nuestros asientos, me hubiera quedado a disfrutar del espectáculo de nerviosismo de todos los que permanecían en los asientos superiores esperando a encontrar su oportunidad de alejarse de esa indefensa llamita anaranjada que hacía de las suyas y se burlaba de los presentes desde las alturas.

2 comentarios:

  1. Tienes que leer Masa y poder de Canetti. Me sorprende que prefieras morir sola en tu lugar a formar parte de la masa que huye de la muerte (y, que en esa estampida, escapan, acompañados de ella). You need your space for death? Es muy urbano, "don't-touch-me" de tu parte (jajaja). Creo que yo correría con los demás, y mandaría al diablo mi dignidad y mi "temor a ser tocada" (de nuevo, Canetti).

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  2. Sí, es muy extraño... Pero siempre he sido así. Cuando tiembla, por ejemplo, nunca corro. Es que creo que el edificio ya va a pesarme lo suficiente (cuando me aplaste, i mean) como para que todavía me apachurren otras personas (seguramente más grandes y fuertes que yo) que sí tendrían chance de huir. Y ya sabes lo que dicen, lo primero que se caen son las escaleras... Mejor pruebo suerte abajo de un escritorio ja

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