lunes, 23 de noviembre de 2009

Dios también tiene sentido del humor

Creo que Dios acaba de jugar conmigo. Quién sabe, a lo mejor ni era él.

Ayer, como a las dos de la tarde, estaba en el gimnasio de J. Todos se preparaban para la inauguración de hoy: los albañiles daban los toques finales a paredes, el ingeniero terminaba de armar los aparatos y los socios revisaban el funcionamiento de la instalación eléctrica. Mientras los adultos responsables –los socios del negocio– supervisaban a los trabajadores, yo escribía mi texto sobre la película de Anticristo y blasfemaba sobre lo que la sociedad impone en los hombres con la creación del concepto del mal. Anotaba, apoyándome en Nietzsche, que –al igual que el orden moral del mundo– la utilización del nombre de Dios funge como manipulación, medio de control y deshumanización. Los hombres, pienso, también somos malos. Pero ocultamos a ese ‘otro’ –que despreciamos– pretendiendo que no es parte de nosotros (como en Dr Jekyll and Mr Hyde, pues). No hablaré más sobre eso, estoy en proceso de escribir un ensayo de diez cuartillas para darme a entender mejor y explicarlo en este post sería, por demás, desgastante.

El punto es que, cuando inició la anécdota que estoy a punto de platicar, estaba escribiendo un debraye sobre el bosque de la película de Lars Von Trier como un escenario del diablo en lugar de ser un espacio creado por Dios. Acto seguido, llegó un sacerdote y empezó el mal chiste del día.

Me levanté para acompañar a los presentes frente al hombre que, segundos más tarde, bendecería nuestro trabajo, nuestras palabras y nuestros pensamientos (si supiera...). Luego, para mis pulgas, expresó que sólo aquellos que amen y teman a Dios, obtendrán el bien (yo pienso: Qué razón tenías Friedrich). Finalmente, el sujeto de la blanca sotana caminó esparciendo agua bendita por paredes recién pintadas y espejos recién colocados. Casi pegué un grito cuando ví que mi libro de El Anticristo fue humillado bajo las gotitas que la sacrosanta figura lanzó contra él. Al contemplar esta última imagen, comencé a reírme. No supe de qué otra forma reaccionar.

Me pregunto si me iré al infierno por tener estos infames pensamientos mientras un religioso difundía la palabra de Dios en mi presencia...

5 comentarios:

  1. Descuida; si el Anticristo no hizo combustión instantánea al recibir el agua bendita, tú estás más que a salvo. Lo que habría estado fenomenal sería haber visto la cara del cura (¿cara del cura? jeje) si hubiera leído el título del libro que estaba bendiciendo...

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  2. La pregunta es qué cara hubiera puesto Nietzsche si hubiera visto lo que le hice a su libro...

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  3. ¡Jajajajajaja!
    ¡Qué bien que un sacerdote bendijo tu Anticristo! El evento es de lo más irónico.
    Coincidencia similar: estaba en un despacho de arquitectos (ya sabes cuál) y llegó un padre (¿cura? ¿sacerdote? ¿cuál es la diferencia?) a ver lo que habían diseñado para su centro de legionarios. Y yo: sentada, leyendo libros sobre la locura; específicamente, ahí donde se habla de la desmitificación de la pobreza y de la caridad por parte de la Iglesia Católica.
    Y también pensé: "¿Qué pensaría este hombre si supiera lo que estoy leyendo?"
    Priests are fun!

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  4. ¡Ah! Y se me olvidaba... Antes de que se fuera (yo tampoco sé si es cura o sacerdote, mmm), me puso –en la frente– una cruz con agua bendita. Si se hubiera abierto el suelo y me hubiera tragado la tierra, no me hubiera sorprendido...

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  5. La pregunta no es si te iras al infierno...sino en que circulo te toca...=P

    Saludos

    Oxscar

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