domingo, 13 de marzo de 2011

XV.

El toreo no es graciosa huida sino apasionada entrega.
José Alameda


Gracias por el baile, belleza negra que tanto admiro y que quizá los mismos dioses imaginaron para poblar su mundo. Te vi levantando el polvo del ruedo con cada embestida y poco es decir que sentí el corazón paralizado. Tez de noche, trote perfecto de tus cuatro patas para llegar hasta el capote. Tu cuerpo monumental enfrentado a su fragilidad femenina. Ella mirándote a los ojos y danzando al compás de la música compuesta por sus movimientos. Tú erigiéndote a cada lado de su cuerpo, creando sobre la arena las sombras que desde las gradas aplaudimos. Un baile más, por favor; que no te falte el aliento para seguir demostrándome tu aprehensión por la vida. Dame más de tu carrera descompuesta en los tres tiempos que dura el arte. Si supieras de la magnificencia de su traje de luces y tu armonía a su alrededor... Si te vieras como el poema visual que se refleja sobre mis ojos al mirarte... Gracias, astado mío, por el enfrentamiento ante la mujer que sostenía la espada, y por esos ojos que cerró en un ingenuo afán por eternizar su gloria.

Música: Veronica Confesses, de Dangerous Beauty, cortesía de George Fenton

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