jueves, 3 de febrero de 2011

“Eres lo que manejas”

El eslogan antes mencionado proviene de una campaña publicitaria de alguna compañía automotriz (cuyo nombre, por supuesto, no recuerdo). Tras escuchar semejante declaración, entré en pánico. Dado que soy la orgullosa dueña de una Caribe 84’, no pude evitar cuestionarme: ¿¡Qué demonios soy!? ¿Una-chica-modelo-clásico? ¿Una carcacha? ¿Un vejestorio? ¿Una joya extinta que debe cuidarse para preservarse como un ejemplar último y próxima a desaparecer? ¿Una indeseable por la masa?
Al pasar de las horas, mi angustia mudó al desacuerdo: no, no creo que la gente sea lo que maneja. Pienso que algunas personas ‘quieren ser’ lo que manejan; quieren hacer creer a otros que valen lo mismo que su coche.
Ejemplo A: Un colega de mi padre está invitado a una cena de médicos. No asiste porque no tiene dinero para comprarse un traje. Curiosidad: Maneja una camioneta Audi.
Ejemplo B: Un ex colega de mi ex novio vive pobre durante el 90%. Curiosidad: Mensualmente paga un BMW viejo, rayado y destartalado. No tiene un varo para disfrutar pero sí un vehículo con emblema de marca prestigiada bien limpiecito en la parte frontal y trasera del auto.
Ejemplo C: Un ex conocido se cambia de trabajo y, con mayores posibilidades económicas, también adquiere un modelo nuevo. Curiosidad: Le platico que estoy escribiendo sobre Dante. Cuando le pregunto si lo ha leído, me pregunta: “¿Él escribió Los siete magníficos?”.

De mis reflexiones concluyo el Manifiesto Teresista:
  1. A mi no me define “un vehículo autopropulsado por un motor propio y destinado al transporte terrestre de personas o mercancías” (cortesía de Wiki).
  2. Espero que a todo PP (prepotente pendejo) que considere que su armatoste metálico no es un lujo (deseable, ok, pero no indispensable para vivir) sino un arma que le da el derecho de sentirse Zeus y manejar como cafre y sin educación alguna se le ponche una llanta y sufra.
  3. Que caigan las máscaras para todos aquellos que valoren su existencia de modo directamente proporcional a sus bienes materiales y muy buena suerte cuando se miren frente al espejo y deban enfrentarse ‘a su verdadero yo’.

6 comentarios:

  1. Y la cheyenne apa?

    Ja ja ja


    Bueno...hay quienes prefieren tener un auto... otros prefieren viajar...en gustos se rompen generos.


    Saludos

    Oxscar

    ResponderEliminar
  2. Definitivo pero que las distribuidoras no me digan que soy un auto y que los que lo crean no me lo avienten en el tráfico jajaja
    Saludos :)

    ResponderEliminar
  3. yo no necesito de un auto para ser feliz y no es que no sepa manejar, simplemente no es de mis prioridades. Y si tienes mucha razón, hay quienes tienen un carro del año y así pero iguan vienen siendo el chofer de alguien jaja. Como dice el dicho "dime de que presumes y te diré de que careces"

    Por cierto, ¿si eres dueña de una caribe 84'?

    ResponderEliminar
  4. Eso sí, y lo peor es traer la pose de que es suyo :P
    Sí, orgullosa dueña jajaja
    Saludos :)

    ResponderEliminar
  5. Pero quizá no sea el coche lo que refleja quién eres, sino tu filosofía para comprarlo, ¿no? Siguiendo tus ejemplos:

    Ejemplo A: Quizá esté yo mal, pero siempre he sentido que el Audi es un BMW wannabe. El colega quizá quiere pertenecer a un grupo pero no puede.

    Ejemplo B: Hay gente fanfarrona que presume de lo que no tiene o que quiere que lo perciban como más de lo que es.

    Ejemplo C: Cuando te suben de puesto, automáticamente suben tus gastos. Resultado neto: quedas igual de pobre, pero con cosas más bonitas. Sobre lo de Dante, no pues ahí sí, ni idea!

    Ejemplo D: Hay gente que valora lo que trae adentro su camioneta, no a la camioneta en sí. Deberíamos haber más gente como él.

    Ejemplo E: Una Caribe '84 es un clásico. Y un clásico siempre será un clásico.

    ResponderEliminar
  6. Ouch jajajaja
    Sí, tienes razón. No es la compra o el objeto en sí sino en lo que hay 'detrás de'.

    ResponderEliminar