domingo, 15 de agosto de 2010

El agujero negro

En primero o segundo de primaria leí un libro llamado El agujero negro. El agujero negro era un lugar a donde iban todas las cosas que perdía la madre de Camila, la protagonista de la historia. En el agujero negro había un arete, unas llaves y un duende. El duende fue a parar al agujero negro porque la mamá de Camila lo extravió cuando era niña. Antes de llegar al agujero negro, el duende vivía en una casita de muñecas. Cuando la hija de la olvidadiza encontró el agujero negro –en un cajón– el duende macabro empezó a hacer cosas raras para que la niña lo devolviera a su casita con sus hermanos. Bueno, de eso último no estoy muy segura. Hace más de 15 años que leí El agujero negro.
Hoy concluí que mi madre también tiene su propio agujero negro. En el agujero negro de mi madre deben de estar dos celulares, un anillo, infinita cantidad de aretes, facturas de mi señor padre, tickets de ropa y uno que otro calcetín que debió de haber ido a la lavadora pero que nunca regresó del viaje a la canasta de la ropa sucia. Las últimas adquisiciones del agujero negro de mi madre son un estuche de lápices de mi hermana y una lima que solía vivir encima de mi televisión.
Voy a buscar, de cajón en cajón, y por toda mi casa. Espero tener la misma suerte de Camila y encontrar el agujero negro de mi madre. Eso sí, ojalá que esté libre de duendes verdes.

6 comentarios:

  1. ¡Oye! Mi vida está llena de agujeros negros:

    En primaria, mi mochila tenía uno enorme que siempre se tragaba mis tareas y mi maestra no me creía.
    En secundaria había uno en mi cabeza que no me permitía recordar la combinación del candado en mi locker.
    Estoy prácticamente seguro que en el corazón de varios de mis maestros de prepa había un agujero negro, porque nunca se compadecían de mí cuando no estudiaba.
    Más adelante, había uno en la bolsa de mi pantalón donde desaparecía el cambio de cuando mi mamá me enviaba a comprar leche.
    Mi boca es uno que me hace comer y comer y comer... lamentablemente, mi panza guarda todo, ahí debería haber uno.
    Mi hermano tiene uno donde debía estar su sentido del humor, ¡qué genio!
    El SAT es un agujero negro de proporciones descomunales; todo nuestro dinerito se va ahí y nadie (que yo conozca) lo vuelve a ver (al parecer hay unos seres del otro lado que se llaman "políticos" y recogen todo lo que entra por ahí con fines propios).
    Las tarjetas de crédito son hoyos negros ...hasta que te llega la cuenta.
    Y el peor de todos es mi juventud: le eché años y años de experiencia ¡¡¡y ahora no me queda nada!!!

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  2. Jajaja Omg! ¿Y no tienes personajes extraños perdidos por ahí?
    Amé lo de las tarjetas de crédito... ¡Carajo! Jajaja

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  3. Jajajaja, la respuesta de Alex es excelente. Me gustó este post, está muy divertido. Tere hace este relato tierno de la infancia y Alex le contesta con su queja de adulto. ¡Great! You two made me laugh!

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  4. ¡Tienes razón, nena! Jajajaja
    Pero ¿ves? ¡Agujeros negros por todos lados y a todas edades!

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  5. ¿Una lima que solia vivir sobre el televisor?

    Eso es más extraño que un duende....=)

    Saludos

    Oxscar

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  6. Jejeje Ya sabes, Oxscar, las chicas podemos tener 'artículos de belleza' por todos lados.
    Saludos :)

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