No recuerda la primera vez que escuchó su nombre. Lo que sí tiene en la mente es aquella noche en que la hizo llorar. Estaba en el coche, pensando en cómo sería dominar el tiempo y en todo lo que no podía ser. Entonces la invadió el sonido que él creó para los dos amantes que vivían en distintas épocas y que, al final de la película, ‘vivieron felices para siempre’. Se identificó: wishful thinking. La belleza de la música la colmó del romance y su fuerza abrasadora se transformó en acompañante. Aquellas armonías eran su voz. Las palabras inexpresadas eran homólogas de aquella composición universal. Era un canto que manifestaba sus inquietudes. Eran tres minutos de una pista sonora que hablaba por ella.
Cuando escribía para J., nuevamente apareció como testigo. La tristeza del piano era también la propia. Era nostalgia, promesa y dulce aspiración. En la vida de otros volvió a encontrarse. En la pieza musical que creó para esas experiencias ajenas, también encontró su historia.
A. llegó con la noticia a las diez de la mañana de hoy: “Se murió John Barry”. Silencio al otro lado de la línea. Ella pensó en la primera vez que escuchó Somewhere in Time y lo mucho que le impactó enterarse de que él fue el artífice de la música de un gran número de filmes de James Bond. Luego le adoró por tantos otros temas como Dances with wolves, Indecent Proposal y Out of Africa. Para ella es leyenda y le duele pensar en lo que se ha perdido con esa vida que apagó por un ataque al corazón. http://www.youtube.com/watch?v=rf8C_fkEXqQ