miércoles, 28 de julio de 2010

Así las cosas

De la disolución del individuo frente a la masa, de los minúsculos espectadores nerviosos que esperan junto a otros 94,999 igualmente trastornados, de los ridículos coros a los que uno termina uniéndose por la efímera solidaridad de un juego, del deprimente ahogamiento en que se cae cuando el rival desplaza el esférico hasta la portería del equipo que se apoya, de los abrazos y la sangre hirviente cuando el enemigo es víctima de la venganza, de las figurillas humanas que el fanático transforma en ídolos cuando ‘se adueñan del campo’ pero condena y desea desmembrar cuando ‘no dieron el 100%’...

De todo eso quería escribir a un día de haber ido al Azteca a ver el fútbol. La idea murió por la paz por lo siguiente: Armada con camiseta del equipo ovacionado (para ser solidaria con el resto de los asistentes), chela en mano (que derramé cuando pegué un brinco ‘porque parecía gol’) y alienación absoluta durante 90 minutos todo se resumen en “Fue una gran noche”.

domingo, 25 de julio de 2010

Vide cor meum

La próxima vez llevarán una sola maleta. Te sentirás nervioso mientras se ríe de tus pasos por la Via dei Calzaiuoli y evitarás volver a tropezar con el hielo de las calles. Le tomarás 10 ó 20 fotos hasta que te sonría por el resultado obtenido y le mentirás para intentar convencerla de que luce preciosa en todos los instantes que encarcelaste con el click del obturador de la cámara. Tardes enteras de fresas en copas platinadas frente a la inmensa estructura enladrillada y el atardecer cubriendo sus horas de luz de oro que se escurre por los puentes y calles viejas.
La próxima vez irán a la ópera. Escucharán a los ángeles. Evocarán a Dante con cada sorbo del tinto y se perderán en las delicias de aquella lírica que ni siquiera comprenden. Volverás a desnudar la piel del negro y a besar su espalda por la mañana para convencerla de abrir los ojos. Después de que te mire, aún somnolienta, y los labios respondan a la primera caricia del alba, querrás detener el tiempo, aprisionar la certeza que ella también siente y colmar tus ansias por mirarla tan pronto escuchas la regadera al otro lado de la puerta.

-Música: Vide cor meum, de Hannibal, cortesía de Patrick Cassidy.

viernes, 23 de julio de 2010

Ellos las prefieren...

I.

Cinco o seis mujeres llaman a la estación de radio:
1. Las quieren voluptuosas, ¿no?
2. Uy pues que estén bonitas.
3. Las prefieren de buen cuerpo; muy pechugonas y con buen trasero.
4. Que estén bonitas y que les inviten cosas.
5. Que tengan curvas y que no sean pedinches.
6. (No me acuerdo qué dijo pero la respuesta no difería en nada de las anteriores)

II.

Cinco o seis hombres llaman a la estación de radio:
1. Gorditas.
2. Muy delgaditas.
3. De ojos dulces.
4. Que sean detallistas y que estén pasables.
5. Que sean lindas conmigo.
6. (No me acuerdo qué dijo pero la respuesta no difería en nada de las anteriores)

III.

Terminado el ejercicio, los locutores platican:
El: ¿Ya ves? ¡Estabas mal!
Ella: ¡Ay si! Ahora me vas a decir que no te gustan con curvas.
El: A mi no.
Ella: ¡Claro que sí! ¡A todos los hombres! ¿Quién no quiere que tengan boobies o buena pompa?
El: Pues ya escuchaste a los hombres.
Ella: Mienten.
El: ¿Ahora me vas a decir que ustedes saben, mejor que nosotros, lo que queremos?
Ella: ¡Pues claro!

Conclusión
Aunque es evidente que mi reconstrucción de los hechos carece de precisión en cuanto a diálogos y expresiones concretas, el hecho es que llevar una vida observando que la mayoría de los hombres actúan como animales frente a una mujer (o representación de una mujer) de tetas y nalgas grandes nos ha llevado a pensar que es lo físico es lo único en lo que se fijan. Los ejemplos que demuestran lo contrario son mínimos. Aunque para mi fortuna he conocido a esa minoría (o a MUY buenos mentirosos), una no puede evitar toparse con alguien que suelta una frase que termina por traumarte y llevarte a la misma conclusión de las féminas que se comunicaron a la estación de radio. Por eso, como la locutora, yo también pienso que esos seis radioescuchas MIENTEN (ya no lo hagan, por favor).

El lunes toca que los hombres especulen sobre nuestras preferencias y que las mujeres desmientan, o no, sus elucubraciones. A que no le atinan.

viernes, 16 de julio de 2010

The Ludlows

Tardaste más de una noche en despojarla de los revestimientos que la ocultaban de los otros. De piel y esencia endurecida, semblante gélido y certidumbre ausente; traspasaste todo, capa por capa hasta llegar a Ella. Habías de entregarle la música, colmarla del arrebato único y componer el ideario con que desde entonces mira el mundo. Y así te convertiste en sombra; sutil y constante presencia para cada una de sus horas.
Quedó entonces condenada a la memoria; la siempre súbita evocación de ti. Recapitulándote en cada arpegio, inventándose en cada estrofa que hoy resuena en solitario.
Te seguirá escribiendo. A cada minuto de un refinado acorde, le seguirá una ficción en donde reaparezcas. Serán sus añorantes composiciones para Ser en tu tiempo. Para que no la olvides, para que también sea siempre parte de ti.

-Música: The Ludlows, Leyends of the Fall, cortesía de James Horner

lunes, 12 de julio de 2010

Crónica de un trayecto al trabajo

Alguna vez, hace mucho mucho tiempo, existía una pequeña redactora que diariamente manejaba desde su casa, en el sur de la ciudad, hasta el territorio perdido de Santa Fe para iniciar una jornada más de intenso trabajo. Teresita, hija de Don Tereso y Doña Teresa, era un ser feliz que manejaba por las calles y habitaba en el mundo ficticio de justiciolandia. En justiciolandia, Teresita transitaba por las avenidas dejando pasar al prójimo, no quedándose atravesada en vías congestionadas cuando era evidente que, a pesar del semáforo en verde, no había un centímetro más hacia donde moverse y sin cerrársele a los otros coches violentamente (a excepción de los instantes en que vistaba distraídolandia y la erraba como un cafre cualquiera). A cambio, el único deseo de Teresita era que se le 'dejara pasar' cuando la ley del 'uno y uno' gritaba para ser escuchada cuando un océano de automóviles, provenientes de diversas direcciones, debían incorporarse a un solo carril. Y así, en una nublada mañana en que un infeliz conductor decidió negar el paso al diminuto medio de transporte de la pequeña redactora, ésta decidió luchar y morir en el intento. ¡No a los señores amargados que avientan sus inmensos coches a los demás! ¡No a la injusticia! ¡Sí al 'uno y uno'! ¡Sí a la lámina resistente de la pequeña redactora para defender una causa justa! Entonces la pequeña redactora avanzó 'otro poquito' y, mientras sentía como el exiliado de justicialandia no esperó para dejarla pasar, frunció el seño y miró al puerco conductor con desprecio. Acto seguido 'le dió las gracias' y esperó que el daño no fuera grave. Sobra decir que perdió la fe.

viernes, 9 de julio de 2010

The return

Acuérdate de esa primera tarde de lluvia. Caminar algunas cuadras, la comida en el Rockefeller y la noche de seres acuáticos e imaginarios frente a los que no me viste llorar. Piensa en esa irreconocible combinación cítrica derritiéndose en la boca y los diamantes encuartelados sobre aquellas vitrinas que tantos otros desean.
¿Y la ópera? Esa fascinante noche en que se perdieron las máscaras.

Inventa las caricias que ya no nos damos. Cree y sueña por los dos. A mí sólo me quedan esos días de mayo.

-Música: The return, de Jane Eyre, cortesía de John Williams

jueves, 8 de julio de 2010

Cosas de niños

Hubo una vez en que creí que las caricaturas eran personas reales. Cuando vi a la mujer que prestaba la voz para Ariel, la pequeña sirenita, le dije a mi papá: “¡Mira, papi! Se pintó el cabello de rubio y ahora tiene chinos!”. Evidentemente, mi padre sólo me sonrió y me acarició la cabeza.
Hubo una vez en que me encontré un billete de $50 en la chamarra de la escuela y compré toda la comida que pude en la tiendita. Allá cuando el Olinca tenía su propia moneda y había que formarse (y perder casi todo el recreo) para cambiar tu dinero tradicional por boletitos. Todo en aquellos viejos –viejísimos– tiempos en que los molletes costaban $2,50, las sincronizadas $4.00 y esperabas a salir de clases para correr por un frutsi congelado antes de irte a tu casa a las 2:30 de la tarde.
Hubo una vez en que compré una caja de leche Alpura para que todos y cada uno de los renos de Santa Claus no tuvieran sed después de salir de mi casa y dejar los regalos. Bajo el árbol también puse galletas y me sentí orgullosa de ser una buena anfitriona. No se me ocurría otra manera de agradecerles las mañanas más esperadas del año. Si no probaban la comida que les dejaba, me sentía completamente abatida e inútil.
Hubo una vez en que me creí sirena. Terminando de desayunar, la enamorada de las aguas brincaba a la alberca (a escondidas de la madre que decía que podía ahogarme y morirme por no esperar suficiente tiempo) y el Rey Tritón la alcanzaba poco después para jugar con ella durante cuatro o cinco horas. Eran esos tiempos en que nada los separaba y en el mundo no había amor más grande que el de padre e hija.

Y cómo extraño todas esas cosas.

martes, 6 de julio de 2010

La Biblia (comentada)

Cuando era niña, Amélie Nothomb quería ser Dios. Por eso no creo pecar de ególatra si comento la Sagrada Biblia. Bueno sí, pero espero que Dios me perdone. Total, este post es su culpa. Y aquí la prueba:

Extracto del Génesis

[Odio los pies de página. Por eso escogí asteriscos. Para leer mis blasfemias y herejías, favor de bajar la mirada y consultar el número correspondiente a la absurda cantidad de signos con que marcaré el texto bíblico]

La caída. La serpiente era el más astutos de todos los animales del campo que Yahvé Dios había hecho*, y dijo a la mujer: ¿Es verdad que Dios ha dicho: No debéis comer de ninguno de los árboles del jardín? ** Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del jardín comemos, pero del fruto de árbol que está en medio del jardín Dios ha dicho ***: No comáis de él ni lo toquéis, para que no muráis. Y replicó la serpiente a la mujer: No, no moriréis, al contrario sabe Dios que el día que comáis de él se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal****. Entonces vio la mujer que el árbol era bueno para comer y que era agradable a la vista y deseable para adquirir la inteligencia, y tomó de su fruto y comió y dijo también a su marido que estaba con ella, y comió *****. Se abrieron los ojos de ambos y conocieron que estaban desnudos. Entrelazaron, pues, hojas de higuera y se hicieron cinturones.

Oyeron después el ruido de Yahvé Dios que se paseaba por el jardín a la brisa del día y se escondió el hombre y su mujer de la presencia de Yahvé Dios en medio de los árboles del jardín. Pero Yahvé Dios llamó al hombre y le dijo: ¿Dónde estás? ****** Y él respondió: He oído tu ruido en el jardín y he tenido miedo porque estoy desnudo, y me he escondido. Le replicó: ¿Quién te ha anunciado que estabas desnudo? ¿Acaso has comido del árbol que te había mandado que no comieras? ******* Respondió el hombre: la mujer que has puesto junto a mí me dio del árbol y comí. ********

Castigo y promesa. Entonces Yahvé Dios dijo a la mujer: ¿Cómo hiciste esto? Dijo la mujer: La serpiente me sedujo y comí. Dijo Yahvé Dios a la serpiente: Porque hiciste esto, seas maldita entre todos los animales y entre todas las bestias del campo. *********Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo todos los días de tu vida. Y pongo enemistad entre ti y la mujer y entre tu descendencia y su descendencia, ésta te aplastará la cabeza y tú incidirás a su calcañar. Y dijo a la mujer: Multiplicaré mucho tus dolores y tus preñeces; con dolor parirás hijos. Tu deseo te lanzará a tu marido y él te dominará. **********Y al hombre le dijo: porque has obedecido la voz de tu mujer ***********y has comido del árbol del que te había dado orden diciendo: No comerás de él; maldita tierra por tu culpa. Con dolores te alimentarás de ella todos los días de tu vida, te dará espinas y abrojos y comerás la hierba de los campos. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que te vuelvas a la tierra, porque de ella has sido tomado; polvo eres y al polvo volverás.

Y el hombre llamó a su mujer, Eva, porque fue madre de todos los vivientes, Y Yahvé Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de piel y los vistió. Y dijo Yahvé Dios: He aquí al hombre que ha venido a ser como uno de nosotros por conocer el bien y el mal. ************Que no extienda ahora su mano y tome también del árbol de la vida y coma de él y viva para siempre. ************Y le echó Yahvé Dios del jardín del Edén para cultivar la tierra de la que había sido tomado. Arrojó, pues, al hombre y le hizo habitar al oriente del jardín del Eden y colocó querubines y la espada flameante para guardar el camino del árbol de la vida. *************

*¿Alguien puede explicarme dónde dice la palabra ‘demonio’? Yo ahí nada más leo s-e-r-p-i-e-n-t-e.

**Suponiendo que la serpiente fuera el demonio, la Biblia dice que era uno de los animales que Dios hizo para su campo. Entonces ¿Dios creó al demonio y dejó que se le acercara a la mujer a propósito?

***La serpiente dice, Eva dice, Dios dice, todos decimos.

****¡Ajá! Entonces lo que Dios prohibía era el acceso al conocimiento. Y, si la serpiente fuera el demonio y lo que buscaba era que los hombres abrieran los ojos al conocimiento ¿conocer es malo? Y si conocer es malo ¿para qué creó Dios el conocimiento y a un ser que invitara a los hombres a toparse con él?

*****Nótese que dice: “comió”. Jamás dice que le enroscó a la serpiente en el cuello para obligarlo a morder.

******Si Dios es omnisciente y omnipresente ¿para qué pregunta?

*******Para leer mi comentario sobre este cuestionamiento, favor de releer el comentario anterior.

********¡Ajá! ¿¡La mujer que has puesto junto a mí!? Por eso luego las mujeres tenemos la culpa de todo… Ya habíamos quedado que él comió solito y nadie lo obligó.

*********¡Pero si Dios la creó como el animal más astuto de todos! Y, si Dios ya sabía que era el demonio –como ahora todo el mundo lo interpreta– ¿para qué la maldice? Y si no lo sabía ¿no que Dios es omnipotente y omnisciente? ¿Y si Dios no es Dios?

**********Nada nuevo, eso había quedado claro cuando Lilith fue expulsada del paraíso por exigir placer y dominar (ponerse arriba, pues) durante el acto sexual. (Cuentan los apócrifos, eso sí…)

***********Gracias, Dios. Sigan culpando a la chica y enséñale al hombre a que nunca más escuche a su mujer. Total, gracias a ella se igualaron en condiciones con los dioses (sí, releer La caída, por favor, porque ahí dice ‘como dioses’) pero ni para qué agradecerle los pantalones.

***********¡Ajá! ¡Entonces la serpiente (¿el demonio?) tenía razón y Dios mentía! ¡Dios (¿benevolente y misericordioso?) mentía y la serpiente (¿maldita?) abrió los ojos de los hombres al conocimiento y a la inteligencia!  

************¿Qué no había dicho que no comiera nunca o moriría? ¡Entonces comer no sólo los haría tan inteligentes como dioses sino inmortales!

*************Tan fácil que era… ¿Por qué no lo guardó con querubines desde el principio?

Si me voy al infierno por esta injuria, es culpa de la serpiente (creada por Dios) que le dio el conocimiento (creado por Dios) a mis ancestros (creados por Dios) y de la Biblia que tenía en el librero de mi casa y que un historiador que habla del mal y de los ángeles caídos me inspiró a leer en esta noche de lluvia. Y sí, todo eso también fue creado por Dios.

 

lunes, 5 de julio de 2010

Resultados garantizados

I.

Señora en el gimnasio (cuarenta y tantos años y con unos veinte kilos de más) escucha atentamente al entrenador:
–Acuérdate bien, mi amor. Nada frito, nada empanizado, nada de refresco, nada de café con pan en la mañana...

Señora afirma con la cabeza.

–...nada de dulces, nada de chocolates, nada de pastas, nada de plátano, nada de papa, nada de aguacate, nada de cereal...

Señora sigue afirmando con la cabeza (esta vez con cara de angustia mientras piensa en que prácticamente iniciará una nueva vida alimenticia).

–...nada de tamales, nada de tacos y nada de jugos –porque tienen mucha azúcar–. Si quieres fruta, puedes comer toronja. Para la comida, pescadito o pollo a la plancha y verduras con vegetales; brócoli o lechuga, por ejemplo. Y agua, mucha agua.

Señora ya no afirma. Mira a su torturador con angustia y los labios y cejas ligeramente distorsionados en señal de dolor.

–¿Está bien, mi amor?
–Sí, muchas gracias. Entonces nos vemos el martes.
–¿El martes? No, mi amor, tienes que venir todos los días.
–Bueno, entonces nos vemos mañana. Muchas gracias ¿eh?

Sobra decir que jamás volví a ver a la señora en el gimnasio. Con esa dieta, cómo no garantizar los resultados que promocionan afuera del lugar...

II.

Una pequeña redactora está sentada frente a su escritorio y lee sobre el aniversario del bikini. Para ilustrar el brevísimo texto que escribió sobre el tema, busca una foto de Jessica Biel luciendo la prenda. Observa las horas diarias en el gimnasio reflejadas en un par de brazos envidiables, el abdomen perfecto y recuerda que quizás no debió de haber comido aquella hamburguesa de Burger King a media tarde. De hecho, le perturba la idea de que ni siquiera pidió el refresco light. Del brócoli, toronja y lechuguita que el instructor señaló a la mujer del gimnasio, ni se diga.

Horas después del incidente, la pequeña redactora sigue firme en sus convicciones: No, no se convertirá en conejo. No se alimentará de zanahorias ni robará hortalizas. ¡No a la vida de una pequeña vaca! ¡Sí a los helados de galleta a media tarde! ¡No al arrepentimiento!

Para sellar el pacto, comete el último pecado del día: hambrienta, como siempre, acepta las quesadillas que su madre cariñosamente se ofrece a prepararle. Total, si jamás se tendrá el cuerpo de la señorita Biel, que valga la pena. Además ya es suficiente con negarse a comer ese pan con mermelada en el que venía pensando en el camino a la casa...

domingo, 4 de julio de 2010

Capítulo 92

Leyendo Rayuela llegué hasta el capítulo 92. En él, Cortázar escribe sobre el deseo y cómo el sexo se reinventa cuando tiene lugar un primer encuentro con un cuerpo nuevo. Sobra decir que doblé la esquina de la página –para que después me acuerde que es una de mis favoritas– y marqué un párrafo luego de leerlo y sentir la sonrisa marcándose en mis labios.

“Le había sonreído, como si tratar de comprender. A lo mejor... Su mano encontró la de Oliveira cuando al mismo tiempo se agachaban para levantar el cobertor. Toda esa tarde él asistió otra vez, una vez más, una de tantas veces más, testigo irónico y conmovido de su propio cuerpo, a las sorpresas, los encantos y las decepciones de la ceremonia. Habituado sin saberlo a los ritmos de la Maga, de pronto un nuevo mar, un diferente oleaje lo arrancaba a los automatismos, lo confrontaba, parecía denunciar oscuramente su soledad enredada de simulacros. Encanto y desencanto de pasar de una boca a otra, de buscar con los ojos cerrados un cuello donde la mano ha dormido recogida, y sentir que la curva es diferente, una base más espesa, un tendón que se crispa brevemente con el esfuerzo de incorporarse para besar o morder. Cada momento de cuerpo frente a un desencuentro delicioso, tener que alargarse un poco más, ahí tan cerca acariciar una cadera más ceñida, incitar a una réplica y no encontrarla, insistir, distraído, hasta darse cuenta de que todo hay que inventarlo otra vez, que el código no ha sido estatuido, que las claves y las cifras van a nacer de nuevo, serán diferentes, responderán a otra cosa. El peso, el olor, el tono de una risa o de una súplica, los tiempos y las precipitaciones, nada coincide siendo igual, todo nace de nuevo siendo inmortal, el amor juega a inventarse, huye de sí mismo para volver en su espiral sobrecogedora, los senos cantan de otro modo, la boca besa más profundamente o como de lejos, y en un momento donde antes había como cólera y angustia es ahora el juego puro, el retozo increíble, o al revés, a la hora en que antes se caía en el sueño, el balbuceo de dulces cosas tontas, ahora hay una tensión, algo incomunicado pero presente que exige incorporarse, algo como una rabia insaciable. Sólo el placer en su aletazo último es el mismo; antes y después el mundo se ha hecho pedazos y hay que nombrarlo de nuevo, dedo por dedo, labio por labio, sombra por sombra”.

jueves, 1 de julio de 2010

VIII.

Me iré, pues, a escribir. Dejar caer la ceniza sobre el pasto y jugar a nublarme el juicio con un poco de humo para no pensar en ti. Permitirme un momento del lento retorno a la nada; ese deshabitado inicio donde no existía el 'nosotros'. Una tecla, dos, tres, cientas para escribirte lo que no te gritaré en la cara. Veinte o treinta ridículas y desgastadas palabras para trazar tus ojos frente a la luz. Lloriquearle al patético 'crack' de la musculatura que nos late en el pecho y dejar sonar las notas que por ratos me harán encogerme en la silla con las mejillas tibias y las manos ansiosas.
Después daré la vuelta. Como sucede con todas las ausencias, la imagen habrá de desdibujarse y sólo quedarán las letras; indiferentes signos gráficos que para entonces ya no tendrán ningún significado.

-Música: I'm not in love, cortesía de John Barry