domingo, 27 de junio de 2010

Sobre mi 'NO' al fútbol

Me vuelvo una más de las esperanzadas. Le 'apuesto todo' a los paisanos en la cancha, canto el himno junto con los otros tres integrantes de la familia y gritamos: “¡TIRAAAAAAAAA!” cuando ni siquiera sabemos si sería bueno soltar el golpe o existe alguna real posibilidad de gol. Me arde la sangre cuando me imagino (digo 'imagino' porque yo no sé un carajo de reglas o arbitraje) que un italiano comete una injusticia y siento un profundísimo vacío en el estómago cuando el contrincante invade y lacera la portería resguardada por un hombre que lleva el apodo de un animalito saltarín.
Luego el asqueroso levantarse de la silla, el negarse a aceptar y las mentadas de madre. Hablar por teléfono con futboleros y escuchar: “Pues como siempre, ¿no?” Pues no, yo pensaba que sería d-i-f-e-r-e-n-t-e. Yo sí me sentía desbordante de fe e-n-M-é-x-i-c-o.

Cosa extraña el fútbol. Aún sin ‘ser fan’, sin comprender sus normas en lo absoluto y sin entender su lógica puede desfigurar a cualquier entusiasta en una triste figura decepcionada y ausente. Llorar, no llorar, sentir el falso nacionalismo humillado... Se tiene todo para construir una buena justificación para mantenerse alejado de las canchas: es cuestión de cuidarse el corazón y no gustar de arriesgarse a un triste domingo en que perdió la Selección...

domingo, 20 de junio de 2010

Debates familiares

I.
Mi hermana me dijo que filosofar sobre la religión no servía para nada y que por qué alguien querría perder su tiempo en eso. Cuando me preguntó que quién era la madre de Jesús y le dije que María y que era una mujer que Dios escogió para crearse a sí mismo, se traumó.

II.
Mi madre me dijo que Dios no era malo, que nosotros teníamos la culpa de todo y que el mejor ejemplo era Eva: “Le dijeron que no se comiera la manzana y fue se la comió”. Cuando le contesté que Dios podía ser tramposo porque, en su infinita misericordia, nos dio el libre albedrío y un viaje todo pagado al infierno en caso de que no eligiéramos como él quiere, me dijo que no y que no y que no. Que él era bueno. Cuando le recordé que el Dios bueno un día se hartó de los hombres y mandó un diluvio para que se ahogaran todos sus hijos, me dijo: “Bueno, pero es que Dios también se harta”.

III.
Mi papá sólo soltaba una carcajada tras otra. Al final, se limitó a decir: "Se ve que tu curso está buenísimo". Y soltó otra risita.

martes, 15 de junio de 2010

Primera clase

Fin de la primera sesión del curso ‘Lucifer, el infierno y los ángeles caídos’.
Resultado: éxtasis y absoluta fascinación (o la confirmación de que el conocimiento me resulta placentero).
Traducción: soy una tremenda ñoña que no puede vivir sin debrayar y aprender cosas que el mundo considera inútiles.

Mientras escuchaba y argumentaba sobre la esencia del hombre, sentía un roedor trepado en una rueda y corriendo esquizofrénicamente dentro de mi cabeza. A nueve horas del término de la clase, me siento perturbada (y horrorizada) por un pensamiento que me taladra el cerebro desde que descubrí Anticristo, de Lars Von Trier, y que recordé esta mañana:

Somos hombres perversos.
[Quien ponga en duda esta afirmación, favor de consultar su edición favorita del periódico La Prensa, hojear una enciclopedia del crimen o aventurarse en algún bellísimo barrio citadino sin policías, lleno de joyas y a mitad de la noche]

Para encontrar la causa, se debatieron cuatro posibilidades:
  • Dios es perverso.
  • Somos un error de Dios.
  • Dios es un error nuestro.
  • No estamos hechos a su imagen y semejanza.

Todas las posibilidades me alteran al grado de sentir que caeré en un estado catatónico hasta no llegar a una resolución.

En algún momento de la clase, empecé a dudar si creía en Dios. Luego me asusté por pensarlo y me dio miedo que, de creerlo, Dios me castigara...

domingo, 13 de junio de 2010

Playing Love

Hubieras visto la tela blanca; la perfecta caída de los delicados holanes que escurrían desde la cintura y hasta la alfombra clara. La espalda descubierta, los hombros relucientes y la mirada ansiosa por reflejarse en ti. Un par de pupilas dilatadas, tu sonrisa imaginaria al otro lado de un pasillo sagrado y la niña de cabello negro caminando a tu lado.

No te quedará más que la dulce sospecha de la imagen que ahora desconoces. De rebasar lo onírico, te propondría servir Chianti o Beaujolais, que aparezca el taciturno violonchelo y acompañe a los violines que erigirán nuestro deleite.
El inquieto anhelo de que me extiendas la mano, un único piano que nos hable de Italia y ser el objeto de tantas miradas. Sentirías, por fin, el tejido níveo por debajo de los dedos; hermosos lienzos blanquecinos que apenas rozan la madera bajo las pisadas. Me mirarías cierta y sin miedo; desde ese día y para siempre.

Diez meses... ¿Y si fuera verdad?

-Música: Playing Love, cortesía de Ennio Morricone

domingo, 6 de junio de 2010

Rayuela

Ándale, sigue con tu perfecta escritura y rompe mis esquemas y aburridas lecturas. Ahora son viejas y no tengo más ganas de volverlas a tocar. Búrlate de mi inexperiencia, del limitado vocabulario y de las tantísimas referencias que jamás comprenderé. Continúa presumiéndome la impecable prosa que emana de una línea a otra; excelso fluido de tus insensatas imágenes, abrazante torrente de irrealidades tan tuyas pero que ahora comienzo a considerar mías. Recuérdame París, hazme extrañar los puentes, imaginarlos riendo como locos empapados bajo la lluvia y antojarme las calles a las que volveré muy pronto.
Pasado el extrañamiento del setenta y tres, me llevaste a devorar el capítulo uno y ahora seguiré con el dos. El tablero de dirección me dice que luego habré de continuar con el ciento dieciséis. Pasada la extrañeza, me concentraré en el deleite de tu lectura; paradisiaca, hilarante, que me provoca tantas ganas de seguir y desordenar las páginas pautadas por los desconocidos caracteres que, sin embargo, muy pronto me harán volver a escribir.