lunes, 29 de marzo de 2010

Diálogos

I.

–¿Vas a salir en semana santa?
–Sí, me voy a Chicago.
–¡Qué bien! ¿Con quién te vas?
–Sola.
–¿¡SOLA!?
–Sí, sola, sola.
–¿Y no tienes familia allá?
–Nop, nada.
–¿Y no te da miedo?
–No, me gusta estar sola. Además soy medio especial para viajar: no me gusta levantarme temprano nada más para aprovechar el día. Si estoy cansada prefiero dormir porque, si no, no disfruto nada. Y otra cosa, así como me puede dar por pasarme el día entero en un museo, puede que me la pase caminando o de shopping.
–Wow, no pues a mí si me daría miedo irme solo.

II.

–¿Y no te da miedo esta solita allá?
–No, mamá.
–¿Y vas a tomar todos los taxis en el hotel?
–A lo mejor. Si no hay o están más caros, en la calle.
–Ay, hija y ¿sí es seguro?
–Sí, mamá. ¿A dónde crees que voy o qué?
–Oye ¿y cuántas horas van a ser de vuelo?
–Cinco.
–¿Y no te da miedo el avión?

A esa pregunta no respondí. La vi con cara de reproche y se arrepintió de la pregunta.

*

De todo esto concluyo lo siguiente:
  1. Viajar es una de las cosas que más amo en la vida. Me siento inmensamente feliz de gastarme todos mis ahorros en eso.
  2. Viajar en solitario es una actividad destinada a puros bichos raros.
  3. Mi madre nunca superará el miedo a los aviones.
  4. NO, NO ME DA MIEDO ESTAR NI VIAJAR SOLA.

viernes, 19 de marzo de 2010

Theology/Civilization

Podrías dejar de mirarme; allá, tan lejano, y desde el otro lado del cuarto. Mejor cierra los ojos. Te contaré una historia.

Estarás observándome; recargado sobre una pared blanca y preguntándote cómo se sentirá la piel por debajo del vestido largo. Lo imaginarás todo. Y querrás besarme. Optarás, pues, por levantarte y llegar hasta la silla cubierta de terciopelo rojo y bordes de color ocre. Ahí estaré esperando.
Escucharás las campanas, el pandero y la uniformidad de los violines. El sonido irá de un lado a otro, lentamente, como si formara olas. No te me perderás entre la gente, las máscaras doradas ni las ropas de gala. Yo también imagino. Y lo sabes.
Te seguiré en el camino, con la mirada cómplice y las manos entrelazadas sobre las piernas. Durante ese lapso mágico de aproximación, nadie más existirá. Cuando te me acerques, casi ni podrás distinguir la sonrisa. Luego aceptaré bailar contigo.
Me arrastrarás hasta el centro del salón, siempre caminando por delante de mí. Adorarás el peinado, recogido, y con sólo unos cuantos caireles colgando. Pasarás las manos por encima del vestido verde y sentirás un estremecimiento que te recorrerá la espalda. Te bastará con alejarme, durante unos escasos segundos, para desear regresarme a tu lado. Y así de un lado a otro, casi flotando por encima del piso tableado y de mármol.
Me tomarás de la cintura, con la mano izquierda y con la extremidad libre te acariciaré la cara. La música se estabiliza. Pero seguiremos flotando. Sin hablar. Y con la mirada fija. No podré saciarme de tus ojos.
No te atreverás a perder la compostura. O tal vez sí. Derecha. Izquierda. Una vuelta. Otra. Una más. Y se detiene el tiempo. Me miras. Y no es suficiente. Seguimos bailando. No me sueltas la mano. Me levantas. Otra vuelta; en el aire. Me besas. No te dejo ir. Te amo.

Muy lejos de la escena, frente a una orquesta, un hombre de barba entrecana y con un paliacate negro amarrado en la cabeza, crea una obra de arte.

-Música: Theology/Civilization, cortesía de Basil Poledouris

jueves, 18 de marzo de 2010

IV.

Inicia la misión Apollo 34378300
La integrante más joven de la redacción CM se despide de su equipo y se convierte en la primera CMita en explorar la galaxia.
EFE - Cabo Cañaveral Florida - 18/03/2010

El mundo está de fiesta. Ayer por la mañana, y tras año y medio de arduo trabajo, María Teresa Hernández Reyes, miembro honorario de la redacción CM, dejó por un tiempo su cómodo escritorio para iniciar una exploración espacial sin precedentes para el mundo editorial. Todo esto con el objetivo de averiguar cuántas estrellas es posible contar desde la ventana de una cápsula espacial que viajará por los alrededores del planeta durante dos años. Los resultados, por supuesto, serán divulgados a su retorno.
La cita fue en el principal centro de actividades espaciales de los Estados Unidos. En punto de la 1 de la tarde, salió disparada la cabina que contenía a la pequeña redactora y a su flamante acompañante: un Neil Amstrong de 79 años que espera conseguir una gloria inusitada en esta última misión de su vida. Hasta el momento, el plan consiste en que Amstrong abandone la nave cuando se alcancen los 65,000 metros de altura y se convierta en el primer humano en sobrevivir a un brinco de semejante magnitud sin fuentes de oxígeno, traje protector contra el frío extremo o paracaídas para el momento del aterrizaje. Al exterior de la diminuta nave –y pese a las insistentes protestas de la CMita– una bandera de rayas blancas, rojas y 50 estrellas acomodadas sobre un recuadro azul les acompañaría en el camino.
“Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para los CMitas”, dijo Amstrong en la última entrevista que dio antes de partir. Bajo el dispositivo que comenzaba a elevarse por los aires, amigos y familiares de la nueva astronauta levantaban pañuelos blancos y decían adiós. “Será la primera periodista espacial de la historia, estamos muy felices por ella”, mencionó su amigo Alejandro.
Desde la mañana de ayer, y hasta su regreso en 2012, la NASA proporcionará una amplia cobertura de la misión. Además del webcast y la constante comunicación que CMita se mantendrá a través de Twitter, la cadena mundial BBC producirá un documental especial de 90 minutos que será transmitido por el canal de National Geographic y será distribuido por todo el mundo a las cadenas nacionales por BBC Worldwide.

-Música: The Kid, cortesía de Charles Chaplin

sábado, 13 de marzo de 2010

Impresiones de Miami

Miércoles diez de marzo. 11 p.m.

–What is the Pdfdijfidmfds of your trip?
–Excuse me?
–What is the Psjdnesunf of your trip?
–I’m sorry. What?
–What is the P-U-R-P-O-S-E of your trip?
–Oh, I’m going to a conference.
–So, you’re here on business, uh? What kind of business?
–I’m here for work. I’m a journalist and I’m going to a conference.
–What kind of conference?
–Health. It’s about a disease.
–What disease?
–I don’t know how to say it in english. Tos ferina?
–Where will the conference be?
–Four Seasons.
–Where are you staying?
–Four Seasons.
–And the conference will be at Four Seasons?
–Yes.
–In which room?
–I don’t know yet.
–What do you do in Mexico?
–I’m a journalist.
–Where do you work?
–Televisa, it’s an important media group.
–Oh, really? Why?
–It’s owns TV, radio, internet, magazines...
–And what’s your magazine’s name?
–Conozca Más.
–What kind of magazine is it?
–General interest magazine.
–And what are you writing now?
–Right now I’m preparing a piece on bionics.

–Ok, look at the camera.
(miro a la cámara)
–No, no, take your glasses off.

–How long are you staying here?
–I'm leaving on friday.
–Ok, thank you.

Yo no sé nada de las políticas estadounidenses, de cómo se debe tratar a las visitas, de lo que los ciudadanos de aquel país opinen de los migrantes o de qué tanto tengo cara de terrorista. El punto es que me quedé con ganas de decirle lo siguiente:

“Mira, hijo de puta: no me quiero quedar a vivir de ilegal en tu pinche país. Amo México, amo mi trabajo y mi vida allá y sólo vengo aquí porque me invitó un laboratorio y porque me muero de ganas de pasar una mañana entera en uno de los centros comerciales que hay en tu maldita tierra. Tampoco planeo poner una bomba en Miami Beach. Y no porque me falten ganas, sino porque echaría a perder lo único que me gusta de venir a tu patria: comprar.
Deseo que en tu próxima vida Dios te haga la excelente broma de reencarnarte en un talibán y que hoy tengas una buena noche de sexo para que mañana no le jodas la llegada a los inocentes turistas que pisen el extraordinario territorio de los United Stated of America"

domingo, 7 de marzo de 2010

III.

Dos y media de la tarde. Es domingo.

En el cruce de las calles Tulipán y Candelaria, una mujer de cabello corto y tinte rosa, pasea a sus dos perras. Una de ellas es atacada por otro animal; uno callejero.
Comienzan los ladridos.
Los vecinos salen de sus casas. Una joven baja del coche de su novio y corre hacia su jardín. Se le ocurre que una cubeta con agua será suficiente para terminar con el problema. Pobre estúpida.
No encuentra cubetas. Entonces toma una escoba y se acerca a la escena. Su novio la jala, le grita que se aleje. Ella también grita; que no se va y que la deje en paz.
Otro vecino prueba suerte con su propia escoba. Nada.
Uno más se acerca con agua. Nada.
La joven regresa a su jardín desesperada. Encuentra una maceta y la pone bajo el grifo. Mientras un chisguete de líquido cae sobre el contenedor de plástico, escucha un balazo.

Afuera, en la calle, una perra –callejera– agoniza. Tiene una bala caliente en el pecho. La joven la mira: el mundo se ha detenido. Está petrificada, tiembla; como la perra que sigue sin morir. Corre hacia el policía y le ruega que vuelva a disparar. La ignora. Los vecinos le dicen que ya está ‘casi muerta’, pero no deja de respirar.

Tere entra llorando a su casa. Le duele el alma y no sabe por qué. Llora. Piensa en L., y como gemía en la misma odiosa posición que aquella perra callejera recién baleada. Se siente inútil, se culpa y pone la cabeza en las manos. Entiende que nunca jamás podrá volver a hablar de esto. Luego escribe.

sábado, 6 de marzo de 2010

Building a family

Hemos decidido llamarla Anna. Bueno, de hecho no lo decidió él. Pero eso no importa. Le gusta el nombre, la ama desde ahora y eso es lo único que vale.
Cuando tenga cuatro o cinco años, nos espiará por las mañanas. Abrirá la puerta de madera clara, asomará la cabeza cuando aún estemos dormidos e intentará despertarnos haciendo ruiditos por los cuales no podamos culparla.
Una vez sin éxito, tomará una silla del comedor para subir hasta la alacena y alcanzar la caja de cereal que la neurótica de su madre sólo le deja comer de postre. Ya con cuchara en mano, y antes de que el san bernardo se digne a recogerla a lengüetazos, dejará derramar algo de leche sobre el piso.
Dos minutos después, él habrá descubierto el pecado. Sonreirá. Le dirá que hay que guardar el secreto y limpiar todo antes de que me levante. Mientras el cómplice termina el inconcluso trabajo del canino, llegaré hasta la escena del crimen y ladearé la cabeza.
Entonces Anna me mirará. Aún traerá puesta la pijama de franela con estampado de osos color pastel, los rizos despeinados y las mejillas rosadas. Correrá a abrazarme y no me quedará más que reírme y cargarla para darle un beso. Luego todos desayunaremos en la alfombra de la sala, Kapu se sentará junto a ella y alguien tomará una foto que enmarcaremos tres meses más tarde.

Muchos, muchos años después, él llevará esa foto en su cartera. Me invitará a cenar frente a Trocadéro y la sacará del bolsillo con cualquier pretexto. Tan pronto como el mesero se acerque a nosotros y mire la imagen, él le contará la historia. Terminará conmovido y sonriente. Entonces, y sólo entonces, diré: “Elle s’appelle Anna”.

-Música: Life as a house, cortesía de Mark Isham.